martes, 23 de septiembre de 2014

¿CONOCE LA VIDA Y OBRA DE LA NEGRA MATEA? NANA DE SIMÓN BOLÍVAR QUE MURIÓ A LOS 113 AÑOS

Ciudad CCS

Antes de escribir este artículo le pregunté a algunas personas: ¿quién fue la negra Matea? Sus respuestas fueron vagas y con poca base, es increíble lo poco que sabemos de su historia, así que preste atención porque en unas líneas les contaré su vida y la importancia que tuvo.

Ella no fue una luchadora, dirigente o generala, pero sí arrulló a nuestro Libertador Simón Bolívar, o como ella afectuosamente le decía, “mi niño Simón”.


El libro Mujeres de la revolución relata que, después de la muerte de doña Concepción Palacios y Blanco, Bolívar quedó bajo la protección de las negras esclavas Hipólita y Matea. La primera lo amamantaba y velaba por su salud y su bienestar; mientras que Matea lo cuidó, se encargó de su crianza, educación y compartió con él los momentos más hermosos de su niñez y adolescencia. Juntos jugaban, se subían a las matas de naranja, de mamón y de jobo, corrían por los cañaverales y atravesaban a nado el río.

El tiempo pasó, él creció y partió a Europa, donde encontraría el amor: María Teresa Rodríguez del Toro y Alayza.

Antonia Esteller Camacho Clemente y Bolívar (sobrina de Bolívar), en su biografía sobre el Libertador, cuenta que cuando Matea supo que su amo se había casado y volvía a Caracas, suplicó a su ama, doña María Antonia Bolívar (hermana de Simón), que le permitiera ser la criada de mano, la que sirviera en aquel joven matrimonio. Poco después de su retorno la tragedia llegó a sus vidas y la negra Matea lloró, junto a su niño Simón, la muerte de su amada esposa.

Vivió por unos años en San Mateo, en la hacienda Ingenio de Bolívar. Según su propio relato, presenció allí el ataque de José Tomás Boves y el sacrificio del capitán Antonio Ricaurte, el 25 de marzo de 1814.

La negra Matea se consideraba parte de la familia. De hecho, cuando Bolívar decreta la libertad de los esclavos, en 1821, ella siguió prestando servicio. Para esa fecha se fue a vivir con María Antonia Bolívar (hermana del Libertador).

Esteller describió a Matea como “una viejecita pequeña, delgada, de cabellos lanudos, completamente blancos, de ojos pequeños, muy vivos y pícaros, que casi se habían vuelto azules a consecuencia de los años. Tenía la boca grande y los labios gruesos, los pies y las manos pequeños”.

Esa misma viejecita fue la que asistió el 28 de octubre de 1876 al traslado de las cenizas de Bolívar desde la Catedral de Caracas hasta el Panteón Nacional, invitada por el entonces presidente Antonio Guzmán Blanco. Mientras se iba acercando al monumento, exclamaba con dolor: “¡Hijo mío, hijo mío!”.

Matea murió en Caracas a los 113 años de edad. Sus restos reposan en la cripta de los Bolívar en la Catedral de Caracas. Se dice que sus últimas palabras fueron: “Me voy a ‘onde está el niño Simón”, sin apartar ni por un momento la vista del retrato de Bolívar que tenía en su habitación.


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