ojopelao.com/ George Monbiot /‘The Guardian’
“Los argumentos humanitarios, si uno los aplica sistemáticamente, se podrían utilizar para arrasar todo Oriente Próximo”, opina el escritor británico George Monbiot.
“Bombardeemos el mundo musulmán —todo entero— para salvar las vidas de su gente. ¿Por qué detenerse en el Estado Islámico?”, pregunta Monbiot en su columna en el diario británico ‘The Guardian’.
Desde su punto de vista, podrían recordarse también los motivos principales que se dieron el año pasado y bombardear al Gobierno sirio. Monbiot insiste en que, siguiendo la lógica actual de los políticos estadounidenses, tampoco habría que olvidar a la mayoría chiita de Irak.
Un grupo armado de chiitas se instaló en junio en los alrededores del aeropuerto de Bagdad y, bloqueando la autopista, obligaba los automovilistas a detenerse. A punta de arma requerían a todo el mundo que mostrara un documento de identidad y fusilaban a aquellos que tenían apellidos sunitas: en total, asesinaron a 40 personas. Otro, un terrorista suicida, se inmoló en agosto en una mezquita sunita en la provincia de Diyala en una acción que causó la muerte de 68 personas.
“Este año en la Franja de Gaza han sido masacrados 2.100 palestinos, incluidas personas que buscaban refugio en escuelas y hospitales. ¿No son motivo estas atrocidades para iniciar una guerra aérea contra Israel? ¿Y cuál sería la base moral para negarse a liquidar Irán?”, escribe Monbiot.
“¿Acaso no es un deber urgente hacer que Arabia Saudita vuele por los aires?”, pregunta. Como posible argumento esgrime que solo durante 2014 en ese país fueron decapitadas 59 personas condenadas por delitos de adulterio y brujería. Además, desde hace mucho tiempo Arabia Saudita representa una mayor amenaza para Occidente que la que supone actualmente el Estado Islámico, insiste el escritor. De acuerdo con los cables diplomáticos filtrados por WikiLeaks, hace solo unos años, en 2009, Washington consideraba que Riad era “una base clave de apoyo financiero para Al Qaeda, los talibanes […] y otros grupos terroristas”. Muchos han responsabilizado el amparo que conceden las autoridades sauditas a las agrupaciones extremistas que luchan contra el gobierno de Bashar al Assad en Siria del rápido auge que ha experimentado la milicia yihadista del Estado Islámico. “¿Por qué deberíamos combatir la filial y no la sede?”, insiste.
La agenda y las prácticas del EI son detestables: asesina y tortura, aterroriza y amenaza, admite Monbiot, pero destaca que esa organización “es solo una de muchísimas redes de muerte”. Aún más: según deduce, una cruzada occidental es precisamente lo que quiere el Estado Islámico: “Colgaron las cabezas de sus víctimas frente a las cámaras como cebo para los aviones de guerra”. Los bombardeos de Obama ya han tenido como resultado la unión del EI y su grupo rival Frente Al Nusra, otra milicia asociada a Al Qaeda, mientras que más de 6.000 combatientes se han incorporado al EI desde el inicio de los bombardeos, subraya el analista.
“Hasta el momento Barack Obama ha bombardeado ya un total de siete países de mayoría musulmana, argumentando en cada caso un imperativo moral. El resultado, como puede verse en Libia, Irak, Pakistán, Afganistán, Yemen, Somalia y Siria, ha sido la erradicación de los grupos yihadistas, del conflicto, el caos, el asesinato, la opresión y la tortura. El Mal ha sido borrado de la faz de la Tierra por los ángeles destructores de occidente”, ironiza el autor. “Los blancos cambian; la estrategia, no. […]. Da igual cuál sea la pregunta, la respuesta siempre llega en forma de bombas. En nombre de la paz y de la preservación de la vida, nuestros Gobiernos están perpetuamente en guerra”, concluye Monbiot.
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