ANÁLISIS / EL JOROPO
Si alguien tenía duda sobre quienes estaban detrás de Marina Silva las debe haber disipado el pasado lunes 29, cuando las agencias de noticias informaron la reacción del mundo financiero ante un eventual triunfo de la actual presidenta Dilma Rousseff.
La publicación de un estudio de opinión sobre las elecciones presidenciales a realizarse próximamente en el cual la candidata del Partido de los Trabajadores aventaja a Marina Silva, provocó una caída de la bolsa de Sao Paulo. Las acciones de Petrobras cayeron en más de un 9%.
Según voceros de los financieros brasileños están enviando un mensaje a quien muy posiblemente resulte electa. Para ellos es necesario que el gobierno aplique políticas que los favorezcan en detrimento del grueso del pueblo de aquel país.
Esta reacción tan negativa de la gente que maneja el dinero es una muestra evidente que a ellos sólo les importa sus ganancias, las cuales obtienen a través de la especulación. Toda aquella cháchara de comprensión del Modelo Brasileño, colocado como ejemplo de lo que se debía hacer, era sólo eso: cháchara. A ellos poco les importa que 40 millones de brasileños hayan salido de la pobreza extrema gracias a las políticas aplicadas por Lula y continuadas por la Rousseff.
Como ya es costumbre a las maniobras para impedir el triunfo de Dilma están sumados los grandes medios de comunicación quienes buscan un gobierno complaciente que los coloque a ellos como el centro de su gestión.
Dilma Rousseff ha remontado en las encuestas. Su triunfo significará la derrota de los reaccionarios de Brasil y de América del Sur, esto por señalar a los derrotados directos.
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