El laboratorio Venezuela
La situación del país presenta aristas que la hacen voluble, peligrosa, impredecible. Son demasiados los factores que convergen para este diseño de la realidad, la reina que todo lo arma según los caminos dialectos de la naturaleza. En el ámbito social, el Humano, ser provisto de voluntad y libre albedrío, se debate entre las muy complejas contradicciones que lo conmueven en medio de la terrible y profunda división de clases, que además presenta subdivisiones en varios niveles (que es como decir “éramos muchos y parió la abuela”). Venezuela sigue siendo un laboratorio contemporáneo del que muchos están pendientes. Chávez tuvo la virtud de revitalizar las esperanzas de los oprimidos y de dar sentido, en muchos casos, a sus luchas.
El reloj de la Historia sigue corriendo, el planeta clama sus dolores en medio de la opresión imperialista, las guerras, la miseria, la cultura de la muerte, las rebeliones, las resistencias, las batallas de los pueblos frente a las agresiones de los poderosos.
Ahora bien ¿Qué será de este experimento que nació en la Patria chica de Bolívar, y que ha tenido sus reflejos en la Patria Grande? Son múltiples los factores en ebullición que concurren al escenario. Un gobierno popular, antiimperialista, revolucionario sometido a presiones de todo tipo. Las del Imperio, sobre todo las de sus sectores más radicales, que parecieran marcar cada vez más la gestión de Obama. Las de la burguesía criolla, anhelante de recuperar todos sus privilegios. Las de los representantes políticos de esa burguesía, a su vez aliados del imperialismo. Las de nuestras propias contradicciones internas, en el campo revolucionario. Las de nuestros errores y vicios: el burocratismo, la corrupción, la ineficiencia, la indolencia. La inexperiencia. Las del pueblo en lucha, que también hace exigencias al Gobierno, no siempre presididas por la conciencia de clase. Las del tiempo que jamás se detiene en su andar implacable.
Por todas eso hay razones para preocuparse por la intención evidente, anunciada recientemente por José Vicente Rangel y mismo por factores de la ultraderecha, con eufemismos, de lanzar una segunda fase de las guarimbas. El propio presidente Maduro dijo ayer, con referencia a tales guarimbas, que “sin lugar a dudas, ellos lo intentarán nuevamente, no nos confiemos”
Algunos hechos refrendan esa intención. Están asomando globos de ensayo. Ayer hubo disturbios en la UCV, típicamente guarimberos: pequeños grupos de encapuchados ejerciendo la violencia, algunos preparados con modernas máscaras antigases ¿de dónde las sacan? Con repique tuitero numeroso, incluidas fotos, y el correspondiente replique mediático. Los ha habido también en Táchira y en otros lugares. Aun no eclosionan a plenitud, pero todo indica que las están preparando.
Para el próximo sábado la MUD ha convocado una marcha en el Este de Caracas. Por supuesto, a esa entente opositora no le conviene que esa manifestación degenere en violencia, en medio de una operación propagandística de relanzamiento en torno a la triste figura de “Chuo” Torrealba. Pero hay factores, incluso dentro de la propia MUD, que podrían aprovechar esa convocatoria para crear bolsones de violencia. Factores que inclusive estarían interesados en golpear la imagen de la MUD. No decimos que eso va a ocurrir fatalmente, pero no nos sorprendería si sucede. En el campo de la derecha se mueven diversos grupos, intereses, tácticas, y, a pesar del show con Torrealba, ya sabemos que allí adentro nadie controla nada, es un verdadero saco de gatos.
Ahora bien, el Análisis de la primera fase de las guarimbas no está completo. Nosotros mismos hemos dicho que fueron derrotadas, pero ahora eso aparece como relativo. Sin duda sufrieron una clara derrota militar (se trató de una operación armada, de una especie de guerrilla urbana), pero desde el punto de vista político su derrota fue relativa. Con las guarimbas, un sector de la derecha se reconoció a sí mismo, se cohesionó para lo venidero, se diseñó caminos, posibilidades, perfiló políticas, generó matrices internacionales. Fue un ensayo general de guerra abierta y, a fin de cuentas, sus cabecillas no fueron arrasados. Los rasos sufrieron bajas y salieron en desbandada, pero los prisioneros tuvieron que ser liberados casi todos, en buena parte para resguardar la imagen internacional del Gobierno, que, como dijimos, salió golpeada. En cuanto a los jefes, se mantienen básicamente incólumes. Algunos inclusive con alguna ganancia, como Leopoldo López. Terminó preso, es verdad, pero Ramo Verde le presta una tribuna que tal vez no tenía, al menos no con las mismas posibilidades de proyección. Ya el hombre anda hasta en la boca del canalla mayor, Barack Obama. Pasó a la existencia desde la casi-nada.
De manera que no podemos juzgar una probable segunda etapa de las guarimbas según sus posibilidades de tumbar al Gobierno, que son muy pero muy pocas. Mas pareciera que la táctica pretende funcionar como el calentamiento de un carro: se enciende el motor sin arrancarlo, pero se le prepara para el momento oportuno del arranque. Se le mantiene haciendo ruido, caliente, despierto. Se le escucha en el vecindario y se deja constancia de que está allí, carburando, mientras se profundiza la guerra de desgaste.
Tiene toda la razón el Presidente: no podemos confiarnos. Lo que hay no es pan de horno. El cielo encapotado anuncia tempestad.
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