Carlos E. Lippo
Pienso que cuando El Che en 1.965 pronunció la célebre frase: “… no se puede confiar en el imperialismo, pero ni tantito así, ¡nada!” (1), que resumimos habitualmente en esta otra: “con el imperio ni un tantito así”, además de las razones específicas que tenía para ello, vinculadas a la naturaleza bestializadora del imperialismo que era el tema que estaba desarrollando, muy posiblemente tenía en mente aquel principio general de la dialéctica que expresa que la acumulación de pequeños cambios cuantitativos, que por sí solos son incapaces de transformar la esencia de una cosa, termina por generar cambios cualitativos que transforman esa cosa en su opuesta.
Como el bolivariano y chavista que soy, considero que el antimperialismo tiene que seguir siendo piedra angular de una genuina política revolucionaria ya que el fenómeno de la globalización, que es esgrimido frecuentemente desde algunos sectores de la “izquierda latinoamericana” como un pretexto para atemperarlo, de la mano del argumento engañoso de que el mundo se ha hecho más complejo e interdependiente, es a no dudarlo una creación imperialista que bien que le sirve al imperio para apretar al máximo los lazos de dependencia de nuestros países y para incrementar la tasa de expoliación de nuestros recursos naturales. Si en verdad la meta a alcanzar es el socialismo, no tengo duda alguna de que sólo mediante la integración en nuestros propios bloques regionales bajo una bandera antiimperialista podremos alcanzarlo.
Es por ello que me llama a preocupación algunas “explicaciones”, propuestas, reconsideraciones, alabanzas y cambios de consignas en relación al imperio y/o sus personeros, que se está haciendo frecuente escuchar con indiferencia, hasta en boca de algunos de nuestros líderes más respetados y queridos en la Patria Grande, asumiendo que se trata sólo de asuntos de forma que además pudieran representar unas deseables “adecuaciones” a los “nuevos tiempos”.
A continuación intentaré ilustrar el punto con base en un breve análisis crítico de algunas declaraciones públicas más o menos recientes, dejando antes en claro que ello no encierra, ni remotamente, un intento de descalificación de sus autores a quienes por supuesto no he dejado de considerar como revolucionarios auténticos.
Declaraciones de Pepe Mujica recogidas por la agencia “Prensa Latina” y difundidas por varios medios de la revolución (2), a comienzos de la semana pasada, en las cuales denuncia la existencia de planes desestabilizadores en diferentes fases de desarrollo, en Argentina, Brasil, Ecuador, El Salvador y Venezuela a los cuales estarían asociados, a juicio suyo, los medios de comunicación privados, refiriendo además que existe una “nueva derecha” a la que empresas de comunicación hacen campañas con discursos actualizados, que se muestran como empresarios exitosos y con un discurso anti político.
En verdad los medios de divulgación y propaganda privados juegan un importante papel conspirativo en cada uno de estos países, pero Don Pepe tiene que saber que ellos son sólo parte de los operadores locales de unos planes maestros elaborados y tutelados por las diferentes agencias dependientes del Departamento de Estado que sirven de operadoras encubiertas de la CIA y otras agencias de seguridad del gobierno estadounidense. ¿Por qué no decir entonces que es el imperio el que está detrás de estos planes? ¿Acaso no sabe Don Pepe que tratándose de temas tan cruciales como éste, lo que abunda no sobra?
Pero ocurre también que Don Pepe se nos ha quedado corto en estas declaraciones, ya que tanto en Bolivia, donde la derecha antipatriota y separatista está detrás de las movilizaciones que protagoniza desde hace semanas el comité Cívico Potosinista (Comcipo) como lo señala la ministra de comunicaciones Marianela Paco (3), como en Nicaragua, donde el gobierno de Washington ha intentado organizar multitudinarios disturbios desde que el Gobierno Sandinista aprobase la construcción del nuevo canal interoceánico con ayuda de China y Rusia, se están desarrollando simultáneamente planes desestabilizadores que en opinión del periodista y politólogo Ígor Ignátiev (4), están inscritos en un plan desestabilizador de alcance regional que el Departamento de Estado tomó la decisión de implantar a partir de la aprobación de la construcción del “Gran Canal de Nicaragua” ¿Se habrá dado cuenta Don Pepe que su país es el único de los países hispanoamericanos con gobiernos progresistas, no incondicionales del imperio, que no está siendo sometido al rigor de los intentos desestabilizadores que el mismo promueve? ¿Qué habrá querido decir Don Pepe cuando señala en las mismas declaraciones que en Uruguay hay una izquierda cada vez más formada, preparada e integrada que podrá dar la batalla e incluso acabar con el capitalismo y el consumismo?
Esta propensión de Don Pepe Mujica a no citar expresamente al imperio como el principal enemigo de nuestros gobiernos en la tarea de promover la revolución no es algo nuevo, ya que en su discurso durante la celebración de la “Cumbre Fundacional” de la CELAC celebrada en Caracas durante los primeros días de diciembre de 2.011, en oposición a una importante cantidad de jefes de gobierno que así lo planteaban y ataviado con una chaqueta de oficial de la FANB, decía, en cita que debo hacer de memoria por no haber conseguido el discurso completo después de “navegar” varias horas en la red, que a su juicio los mayores enemigos de nuestros gobiernos progresistas estaban en nuestros propios países (¿!).
Pepe Mujica en una entrevista concedida al medio Russia Today (5) en ocasión de la II Cumbre de la CELAC, celebrada en La Habana en febrero de 2.014, un extracto de la cual presento a continuación:
Pregunta del reportero de RT: hablando de esa apertura con el resto del mundo, usted también está interesado en ser miembro de la Alianza del Pacífico. Otros critican que es como un instrumento de Estados Unidos ¿Cómo ve usted en realidad esa alianza?
Respuesta de Pepe Mujica: nosotros somos observadores en la Alianza del Pacífico. También somos observadores en el ALBA, aunque somos miembro pleno en el Mercosur. Donde se hable de fenómenos de integración de América Latina, nosotros siempre vamos a estar. Es posible que la Alianza del Pacífico algunos la puedan ver como un instrumento de la política de Estados Unidos. Si no estamos, va a ser más instrumento. En todo caso, tenemos que estar para que sea instrumento de nosotros. Usted en una lucha puede perder porque le ganan en el campo de batalla, pero también puede perder por no estar en el campo de batalla. Bueno, donde se está discutiendo integración, hay que estar y hay que dar batalla.
Ante esta respuesta yo le preguntaría a Don Pepe, qué necesidad tiene el Uruguay, sin tener costas sobre el océano Pacífico y siendo miembro pleno de Mercosur, de participar como observador en este engendro comercial gringo diseñado con el propósito declarado de hacer contrapeso al MERCOSUR, cuyos miembros fundadores y únicos miembros de pleno derecho en la actualidad: Méjico, Colombia, Perú y Chile, son los países latinoamericanos con mayor presencia de bases militares gringas, siendo además todos ellos suscriptores del ALCA, que tanto daño ha causado a sus pueblos.
Discurso de Raúl Castro Ruz en la plenaria de la VII Cumbre de las Américas el 11 de abril de 2.015 (6), en el cual después de exponer una interesantísima síntesis histórica de los desafueros cometidos por el imperio en contra de su país, intentó rematar la faena diciendo: “Realmente pido disculpas, incluso, al Presidente Obama y a otros presentes en esta actividad por expresarme así. Yo a él mismo le dije que a mí la pasión se me sale por los poros cuando de la Revolución se trata. Le pido disculpas porque el presidente Obama no tiene ninguna responsabilidad con nada de esto. ¿Cuántos presidentes hemos tenido? Diez antes que él, todos tienen deuda con nosotros, menos el Presidente Obama”. “Después de decir tantas cosas duras de un sistema, es justo que le pida disculpas, porque yo soy de los que pienso, y así se lo he manifestado a unos cuantos jefes de Estado y de Gobierno que veo aquí, en reuniones privadas que he tenido con ellos en mi país al recibirlos, que, según mi opinión, el Presidente Obama es un hombre honesto. Me he leído algo de su biografía en los dos libros que han aparecido, no completos, eso lo haré con más calma. Admiro su origen humilde, y pienso que su forma de ser obedece a ese origen humilde”. “Estas palabras las medité mucho para decirlas, incluso las tuve escritas y las quité; las volví a poner y las volví a quitar, y, al final, las dije, y estoy satisfecho”.
Es una lástima que el Comandante Castro haya decidido finalmente pronunciar estas palabras y más aún que el pronunciarlas le haya dejado satisfecho; al parecer ha confundido la aceptable cortesía diplomática con la vulgar adulación. Es evidente que no es honesto ni jamás podrá serlo el hombre que ordenó el inicio del devastador ataque con el que la OTAN destruyó a Libia estando de visita oficial en uno de nuestros países (Brasil) y desde un acto público (7), el 07 de abril de 2.011, y que a diario ordena la ejecución de personas en cualquier parte del mundo, sin fórmula de juicio, con el uso de “drones” (8), siendo éstas, sólo dos entre las miles de bestialidades de la misma naturaleza de las que mencionaba El Che en el discurso al que hice mención al principio de estas notas, que el sistema imperial le “obliga” a perpetrar.
Declaraciones de Silvio Rodríguez en el acto de apertura de la embajada de Cuba en Washington, el 20 de julio de 2.015, en medio de las cuales el célebre cantautor de 68 años de edad, miembro de la delegación oficial cubana, al parecer con gran entusiasmo, lanzó la consigna de “Cuba si, yanquis también” (9), que debo presumir que propone para sustituir a aquella de “Cuba si, yanquis no”, bandera de lucha y grito de batalla de la epopeya del pueblo cubano que después de 55 años alcanza ahora a dar como fruto el reciente cambio de táctica del imperio en medio del cual está inscrita esta reanudación de las relaciones diplomáticas.
¿Es que acaso con la sola reapertura de las relaciones diplomáticas los yanquis han dejado de ser lo que siempre han sido para Cuba y para el resto de los países que como el nuestro se niegan a aceptar sus terribles imposiciones? ¿Acaso no se dio cuenta el poeta de que actitudes como ésta abonan muy poco en la dirección de poder desarrollar exitosamente un “proceso de actualización”, como lo han llamado sus principales ideólogos, Raúl entre ellos, sobre el cual una cantidad muy grande de revolucionarios, incluido él mismo, abrigamos serios temores y aprehensiones más que justificadas?
Paralelamente a las acciones de aproximación a Cuba, que me niego a considerar como una concesión graciosa del imperio, es evidente que el mismo se encuentra desarrollando una fuerte ofensiva de alcance regional destinada a revertir los procesos revolucionarios que con sus propios perfiles y con distintos grados de radicalización se vienen adelantando en Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador, El Salvador, Nicaragua y Venezuela.
No es momento, en consecuencia, para que ningún revolucionario de la Patria Grande y más aún si se encuentra ubicado en posiciones de liderazgo, se ponga a ensayar nuevas tácticas de lucha que pasen por lesionar el concepto antiimperialista que sin duda alguna ha sido válido para traernos hasta donde estamos. ¡Persistir en esta actitud no puede ser considerado sino como una traición a nuestros pueblos!
Es momento de templar a los organismos de integración que nos son propios (ALBA-TCP, UNASUR y CELAC), tratando de sacarlos de esa onda anti antimperialista, que siempre flota en sus reuniones condicionando sus decisiones, que no es otra cosa que de promoción y condescendencia con el imperio. Si alguno de los miembros se quiebra, que siga su camino, siempre habrá otros capaces de levantar las banderas.
¡Latinoamérica unida y soberana si, yanquis no!
¡Hasta la Victoria Siempre!
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
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