El 6 de diciembre son las elecciones de diputados y diputadas que conformarán la Asamblea Nacional para el período 2016-2020. Ese día hay que votar por los candidatos y las candidatas de la Patria y la Revolución Bolivariana, por los candidatos y las candidatas que defienden y garantizan la continuidad del legado y la obra revolucionaria del Comandante Supremo Hugo Chávez.
Efectivamente, estamos ante la confrontación de dos modelos, dos proyectos, dos visiones de la vida y de la sociedad. Por una parte, el Proyecto Nacional Simón Bolívar, sistematizado por Chávez y concretado en el objetivo histórico de construcción del Socialismo Bolivariano y Chavista, el proyecto de la Patria y por otra parte, el proyecto de la anti patria, antinacional y anti-popular, de factura imperialista y burguesa.
Desde que llegaron los españoles a este continente en 1492 –y a lo que es hoy Venezuela en 1498- se nos impuso el proyecto burgués y colonialista –hoy imperialista- de la anti-patria. Con el único paréntesis del período de 20 años, entre 1810 y 1830, en el que a fuerza de coraje, sangre y lucha, nos ganamos la libertad conducidos por el genio de Bolívar, el resto de nuestra historia ha sido el de la dependencia y el colonialismo primero y el de república neocolonial y oligárquica después de 1830 cuando se consolidó la dominación de la anti-patria. Los 169 años de la IV República y dentro de ella, los 40 años de hegemonía puntofijista arraigaron en nuestra Patria y en todo el continente la dominación imperialista.
Durante ese largo período histórico no sólo perdimos la independencia ganada por nuestros Libertadores con Bolívar al frente y se nos impuso la dominación neocolonial del imperialismo inglés primero y yanqui después; se enseñoreó la más grande injusticia social, basada en una cada vez más injusta distribución de la riqueza producida por las clase trabajadoras, que excluyó a las grandes mayorías nacionales del disfrute de lo producido por todos y la concentración de la riqueza en manos de la burguesía, para de esa manera llevar a la mayor parte de la población del país a vivir en la pobreza y la miseria, sin derecho a la salud, la educación, la cultura, la vivienda digna o el trabajo justamente remunerado.
Se nos impuso en ese período una democracia de élites, restringida, cuando no dictaduras abiertas como las de Juan Vicente Gómez y Marcos Pérez Jiménez. La democracia burguesa representativa no fue más que la negación de los derechos políticos a la mayoría de los venezolanos y venezolanas, además de la negación de la democracia económica o social. En verdad, la democracia representativa no es otra cosa que la forma más “suave” que asume la dictadura de los capitalistas y en nuestro caso, esa supuesta “democracia” dejó un saldo de más de 1.000 desaparecidos y asesinados por razones políticas en las décadas de los 60, 70 y 80 del siglo pasado, más decenas de miles de perseguidos, torturados y prisioneros políticos.
La dominación capitalista e imperialista en nuestro país, renunció al desarrollo productivo del país. Con el advenimiento de la explotación petrolera se abandonó la producción agrícola y las masas campesinas fueron lanzadas a las grandes ciudades para conformar los cinturones de miseria que las rodean. En verdad, la burguesía parasitaria venezolana nunca apostó al desarrollo de la industria o la agroindustria, el poco desarrollo industrial del país –de carácter primario-exportador y dependiente- se logró con el impulso del Estado, la burguesía venezolana se enriqueció sobre la base de la transferencia que le hizo el Estado de la renta petrolera en la más injusta y regresiva distribución del ingreso nacional. La burguesía desarrolló muy poco la industria ligera, casi nada la pesada, y desde la década del 70 del siglo pasado se declaró en huelga productiva para seguir acumulando capital apropiándose de la renta que le transfería el Estado y dedicándose al negocio de las importaciones y la especulación en el mercado financiero. Así que mienten los voceros de la burguesía y sus partidos que atribuyen la falta de producción nacional a los controles que estableció el gobierno revolucionario desde Chávez o las expropiaciones; la razón es de carácter estructural por una burguesía que, cual parásito, vivió a costa de la apropiación de la renta petrolera que le transfería el Estado y NUNCA arriesgó sus capitales en la producción material.
Este modelo burgués, de economía rentista, democracia restringida y exclusión social, nos subordinó a los intereses del gran capital transnacional y políticamente al imperialismo –principalmente estadounidense- para quien no fuimos más que su patio trasero, es decir, proveedor seguro y confiable de materias primas (petróleo en nuestro caso) y mano de obra barata.
Este es –muy resumido- el modelo de la anti-patria que se nos impuso y desplazamos con el Comandante Supremo Hugo Chávez a la cabeza.
Con Chávez recuperamos la independencia y la soberanía que perdimos tras la derrota del proyecto Bolivariano en 1830. A 200 años de distancia, recuperamos la capacidad de tomar nuestras propias decisiones sin depender de ninguna potencia extranjera. No es el Fondo Monetario Internacional, o el Banco Mundial o el gobierno de los Estados Unidos quien toma las decisiones en Venezuela. Aquí el dueño del Poder, el depositario de la soberanía es el pueblo venezolano. Más nunca seremos colonia, ni patio trasero de nadie. Sobre la base de la independencia construimos hoy nuestro modelo Socialista, Bolivariano y Chavista, con el liderazgo del Presidente Obrero Nicolás Maduro.
El socialismo que construimos está basado en la conquista de cada vez mayores niveles de justicia social, apoyados en la justa distribución de la riqueza, que nos ha permitido el logro de los mayores niveles de democracia social de toda nuestra historia. La gigantesca inversión social de 570 mil millones de dólares entre 1999 y 2014, solo posible en el marco de una revolución socialista, es decir, popular y humanista, nos permitió reducir la pobreza general de cerca de 80% en 1998 a 19% en la actualidad y la miseria de 20% en 1998 a 4,9% en este momento; unido al mejoramiento sustantivo y ya estructural, de todos los indicadores sociales. Hoy, con la inflación de dos dígitos que tenemos desde hace 30 años, con la guerra económica que nos hacen la burguesía y el imperialismo, con la brutal caída de los precios del petróleo de más de 60% este año y con el bloqueo financiero internacional que nos montó el imperialismo; somos el país con mayores niveles de igualdad de América Latina, que es a su vez, el continente más desigual del planeta.
Nuestro modelo político es una verdadera democracia, este si es el gobierno del pueblo por el pueblo y para el pueblo, como lo formulara alguna vez Abraham Lincoln. Nuestro modelo democrático está apoyado fundamentalmente en el protagonismo popular que se viabiliza a través de una nueva institucionalidad revolucionaria –consejos comunales y comunas- en la que se concreta el Poder Popular. En nuestra concepción –Socialista, Bolivariana y Chavista- la democracia y la soberanía no son un acto que se realiza cada 4, 5 o 6 años, en las elecciones de los poderes públicos; para nosotros la democracia y la soberanía popular constituye un proceso que se realiza cotidianamente y en todos los espacios donde transcurre la vida del pueblo. Sólo así se garantiza el creciente protagonismo del pueblo que tiene como sustento la organización, la conciencia y la movilización popular permanente. La democracia Chavista que construimos es muy superior a la democracia burguesa que vamos superando.
La edificación de nuestro socialismo tiene el reto de la producción, de superar el modelo económico rentista petrolero que heredamos de la IV República burguesa y aun es dominante en la economía del país. En el plano económico, tenemos el desafío de desarrollar las fuerzas productivas nacionales para elevar la producción y la productividad, en el marco de una economía diversificada y nuevas relaciones de producción de carácter socialista, con la clase obrera como fuerza dirigente y motriz fundamental, el Estado revolucionario como motor y la participación de los sectores empresariales con una visión productiva y nacionalista. Así concebimos el modelo productivo socialista con el vamos a mandar al basurero de la historia al modelo rentista petrolero de carácter capitalista que tenemos hoy. Cuando la derecha dice que fracasó el modelo económico socialista, tenemos que responder que el modelo que fracasó aquí es el del rentismo petrolero, que es capitalista, porque el modelo económico socialista apenas está dando sus primeros pasos en Venezuela.
Al ganar la independencia recuperamos la capacidad para relacionarnos con todos los países y pueblos del planeta en otras condiciones. Hoy por hoy, hemos dado pasos significativos en la construcción del mundo multicéntrico y pluripolar que está en los objetivos de nuestro proyecto histórico. Nadie sensato puede negar hoy el aporte fundamental de la Revolución Bolivariana a la nueva situación geopolítica que se ha creado en el continente, a la nueva correlación de fuerzas, favorable a los pueblos, que hoy existe en Nuestra América. Una nueva arquitectura institucional que privilegia nuestros intereses (ALBA, CELAC, UNASUR, Petrocaribe) se ha edificado y –no sin luchas y contradicciones- avanza y se consolida, desplazando instituciones anacrónicas como la OEA. Si el imperialismo yanqui perdió la iniciativa política en nuestro continente, ello tiene mucho que ver con lo hecho por Chávez y la Revolución Bolivariana.
En todos estos meses nos hemos estado confrontando los defensores y constructores del modelo revolucionario, Socialista, Bolivariano y Chavista, poniendo en claro nuestras ideas y propuestas contenidas en el Plan de la Patria que nos legó el Comandante Chávez, con los defensores del modelo de la explotación, de la dominación imperialista, de la exclusión social, de la entrega de nuestros recursos y riquezas naturales a las transnacionales imperialistas, de la destrucción de la nación, de la anti-patria. Ellos, los enemigos de la Patria y el pueblo, esconden sus propuestas y sus candidatos, pero su objetivo es destruir la obra de la revolución y volver a reimplantar la dictadura del capital, la dictadura burguesa.
El 6 de diciembre es una batalla decisiva entre los dos modelos, en la cual nos jugamos Patria y futuro: Frente a la anti-patria vencerá la Patria, soberana, independiente, libre, Bolivariana, Socialista y Chavista. Visto lo que hemos planteado, no es una consigna, es una gran verdad:
El 6 de diciembre gana Chávez!!!
A votar por los candidatos y las candidatas de la Patria!!!
Caracas, 22 de noviembre de 2015
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