Miembros del instituto se manifestaron y denunciaron que la medida busca “proscribir” una mirada revisionista de la historia.
En nombre de la “pluralidad ideológica”, el presidente Mauricio Macri disolvió por decreto el Instituto Nacional de Revisionismo Histórico Manuel Dorrego, creado en 2011 con el propósito de estudiar y difundir hechos y miradas relegados en el relato hegemónico de la historia argentina. En el decreto firmado por el presidente, el jefe de Gabinete, Marcos Peña, y el ministro de Cultura, Pablo Avelluto, se argumenta que “no es función del Estado promover una visión única de la historia ni reivindicar corriente historiográfica alguna”. Conocida la noticia, miembros del instituto se manifestaron frente al edificio donde funcionaba y su presidente, Víctor Ramos, leyó un comunicado en el que denunció que la medida “no tiene otra intención que la de proscribir la visión histórica” de algunos pensadores nacionales y anunció que el Dorrego seguirá funcionando “dentro o fuera del ámbito del Estado”.
El decreto publicado ayer en el Boletín Oficial, que vino a formalizar la disolución del instituto ya anunciada por el ministro Avelluto, señala que “el accionar de las instituciones científicas y académicas reconocidas por el Estado debe realizarse en el marco de la más absoluta pluralidad ideológica” e insiste en que “no es función del Estado promover una visión única de la historia ni reivindicar corriente historiográfica alguna sino, por el contrario, generar las condiciones para el ejercicio libre e independiente de la investigación sobre el pasado”. Con estos argumentos, justifica el cierre del instituto y dispone la transferencia de la totalidad de sus recursos al Ministerio de Cultura.
Avelluto fue quien tomó la iniciativa de eliminar el instituto, alegando que tenía “problemas por el sentido de su existencia”. “Los propósitos con que fue creado chocan con cualquier idea plural y democrática de la historia. Lo cerramos en nombre del pluralismo porque es una mirada, no una mirada plural”, había dicho días atrás.
Luego de formalizada la disolución, el presidente del instituto se presentó en Rodríguez Peña 356, dirección donde funcionaba, y frente a la puerta custodiada por fuerzas de seguridad leyó una proclama en la que rechazó los fundamentos de la medida y exigió la continuidad laboral de los empleados administrativos. Rodeado por otros miembros de la institución disuelta, Ramos recordó que “los miembros del Dorrego colaboran ad honorem” y denunció un “fin ideológico político” detrás del decreto. “La propuesta de cierre no tiene otra intención que la de proscribir un instituto revisionista con la visión histórica de pensadores nacionales de la talla de José María Rosa, Jorge Abelardo Ramos, Arturo Jauretche, Raúl Scalabrini Ortiz, Fermín Chávez, Juan José Hernández Arregui, Jorge Eneas Spilimbergo, Alberto Methol Farré y Manuel Ugarte”, enumeró.
Para Ramos el Dorrego es la expresión de los “malditos” de la historiografía argentina, de los “silenciados y censurados” y su cierre por decreto “demuestra que estas ideas están más vigentes que nunca”, porque “nuevamente pasan a ser condenadas”.
Ramos agregó que el instituto “continuará funcionando de todas formas, en el ámbito institucional del Estado Nacional o fuera de él” y “reasumió” su presidencia “sin presupuesto oficial, sin la institucionalidad del Estado y sin hipócritas pluralismos”.
La proclama leída por Ramos fue firmada por un centenar de personas, entre los que se incluye el primer presidente que tuvo el instituto, el historiador Mario “Pacho” O’Donnell.
Hugo Chumbita, historiador que formó parte del Dorrego, recordó que “existen otros institutos de investigación histórica como el yrigoyeniano, el belgraniano o el sanmartiniano, que tienen su propio enfoque” y agregó que “el enfoque del Dorrego no era ni más ni menos plural que el de otras instituciones, precisamente para generar un debate sobre nuestra historia y sobre la actualidad de los dilemas históricos”. Chumbita concluyó que “pretender que el Instituto Dorrego fuera una institución pluralista en el sentido de admitir el mensaje federal a la par del mensaje unitario, el mensaje popular a la par del mensaje oligárquico, sería un absurdo”.
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