ACÁ ESTÁ LA INFORMACIÓN DE LA ÚLTIMA FUNCIÓN DEL CACEROLAZO OPOSITOR QUE TODOS BUSCAN EN LOS MEDIOS

Clodovaldo Hernández

El no-cacerolazo que no fue noticia

El sentido de noticia de los periodistas que laboran en los medios “independientes” (con dos juegos de comillas, si es posible) está cada vez más comprometido por sus ideas políticas. No es un gran descubrimiento, pero esta semana tuvimos un ejemplo que vale la pena analizar: el cacerolazo fracasado que no fue noticia.


Resulta que los medios “independientes” no informaron nada acerca del tal cacerolazo y el argumento principal para ese mutismo es que la protesta no se produjo, salvo que una doña aquí y un disociado allá golpeando unas pobres ollas merezcan el nombre de cacerolazo. Personalmente le pregunté a una colega por qué en el medio donde ella trabaja no habían publicado nada acerca del frustrado acto de rebeldía, y me dijo, muy convencida: “noticia es lo que pasa, chico, no lo que no pasa”.

Pero eso no es verdad y la colega lo sabe, solo que lo dice para racionalizar una conducta obviamente antiperiodística. En estricto sentido, noticia casi siempre es algo que pasa, pero a veces también es algo que no pasa. 

Si el cacerolazo del 28 de agosto hubiese sido uno de esos estruendosos escándalos que hacen pensar en una epidemia de demencia rabiosa, los medios “independientes” hubiesen lanzado grandes titulares del tipo: “Se reactivaron las protestas de la sociedad civil” o “Rotundo rechazo a los controles biométricos”. Y los analistas “independientes” (comillas cuádruples, por favor) habrían retomado su prédica acerca de la creciente ilegitimidad del gobierno y habrían comenzado a lanzar pronósticos sobre su inminente caída.

Pues bien, en sana lógica periodística, la no ocurrencia del cacerolazo significa más o menos lo mismo, pero al contrario: que no se reactivó un carrizo, que no hay ambiente para más bochinche, que el contrabando no tiene pueblo que lo defienda y, sobre todo, que la MUD tiene el poder de convocatoria en el zócalo, por no decir que en el subsuelo.

Es evidente que el no-cacerolazo debió ser noticia, una noticia estruendosa, paradójicamente. Pero no lo fue para los medios “independientes”, que prefirieron ignorar un no-hecho tan cargado de significados. 

La pregunta que surge es: ¿han perdido los periodistas el sentido de la noticia o es que lo ponen en segundo plano, detrás de lo que convenga a los intereses políticos con los que simpatizan? Es un tema interesante para quienes siempre quieren pontificar sobre ética profesional.

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