RAJOY Y RUBALCABA NO TIENEN MOTIVOS PARA SACAR PECHO TRAS LA CUMBRE UE

Alejandro Inurrieta / elmonopolitico.com

Una vez más, y van muchas, la Cumbre europea “decisiva” se salda con un resultado pírrico y sin que se vislumbre la luz al final del túnel. La parafernalia previa, con un  pacto de Estado en España que encerraba mucho ruido y pocas nueces, ha puesto de manifiesto lo estéril del papel de los países de la UE, salvo Alemania y –algo– Francia, para el devenir de la economía europea.

Parecía que la Unión se había conjurado a favor del crecimiento y el empleo y que había rescatado del reciclaje prespupuestario una cantidad simbólica –6.000 millones de euros– en un alarde de ingenieria contable. Nadie sabe, a estas alturas, de dónde salen estos fondos, que en algunos casos ya estaban comprometidos e incluso gastados. Se trata en todo caso de migajas, que son lo máximo que Alemania está dispuesta a entregar para que se luche contra el paro juvenil, un tema sangrante en España, pero no el único drama.


Los 1.900 millones de euros que le corresponden a España, junto con la aprobación de un mayor plazo para el cumplimiento del déficit, ha servido al PP y el PSOE para sacar pecho, quizá convencidos de que su pacto ha tenido efectos, que el problema está en vías de solución y que, bonificando algunos contratos para jóvenes (como si no estuvieran ya bonificados), las empresas se lanzarán a contratar de forma indefinida y con salarios suficientes para poder sostener o iniciar las unidades familiares. Esa corte de políticos y economistas de oferta sigue sin entender cómo funciona el mundo económico real y el financiero. Para ellos, no existen ni la demanda efectiva ni el desquilibrio; todo lo reducen a un problema de costes relativos para abaratar la oferta, creyendo que eso estimula sin más la demanda. En esa línea de pensamiento, aplican la máxima de que, cuando el precio del producto tiende a cero, la demanda es infinita, lo cual utilizan como argumento para exigir permanentemente la reducción del salario nominal de los trabajadores.

Esta euforia por la asignación de fondos para el empleo choca con las decisiones politicas tomadas por las comunidades autonómas en materia de políticas activas de empleo. Estas políticas –de inserción, recualificación laboral, etc.– son esenciales para poder aumentar la empleabilidad laboral. Pero el Gobierno de Rajoy lo primero que hizo fue eliminar prácticamente todas las partidas de formación para el empleo. Así, la Comunidad de Madrid solo ha destinado una partida de 27 millones de euros para formación en este año, y la Junta de Andalucia debe más de 37 millones a las empresas que proveen formación, además de tener paralizados todos los planes de empleo tras el traspaso de todas las competencias a la Consejería de Educación.

Por tanto, no cabe sacar pecho de nada. Las únicas medidas que aliviarán el desempleo serán el crecimiento, la elevación de las rentas y un potente esquema de recualificación y formación para el empleo. Y nada de esto se ha acordado en esta cumbre europea.

El otro gran objetivo, el crédito para las pymes, sigue empantanado en los servicios técnicos y jurídicos, ya que el Banco Europeo de Inversiones (BEI) no está diseñado para ejercer de banca comercial. Por eso ya se dijo desde EL MONO POLÍTICO que no estamos únicamente ante un problema de oferta de crédito, sino también de demanda del mismo. Esta es una variable que retrasa al ciclo, por lo que, mientras no se recuperen las expectativas de crecimiento y se reduzcan las garantías y los tipos, no fluirá el crédito.

Donde sí ha triunfado una vez más España es en la obediencia, en este caso a la subida –todavía parcial– de impuestos. Los incrementos de la imposición sobre alcohol (salvo vino y cerveza) y tabaco y las nuevas tasas ecológicas responden al mandato de la Troika y desdicen todos los balbuceos del Gobierno de que no habría subidas adicionales en los tributos. Lo único positivo ha sido la eliminación de dádivas fiscales que Zapatero obsequió a las grandes empresas, lo que elevará el tipo efectivo de éstas, que eran anormalmente bajos.

En conjunto, una vez más la UE ha demostrado una preocupante incapacidad para reactivar el crecimiento y paliar el drama del desempleo. Mientras en la UE predomine la doctrina de que los males son los salarios y la legislación laboral, nadie nos sacará del agujero.

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