Los dirigentes de la contrarrevolución han formado dos grupos, luego de su victoria del 6D. Uno de los grupos está integrado por los frontales, los que creen que el engaño es una herramienta solo útil para las campañas electorales. Por lo tanto, andan por ahí diciendo claramente (algunos, incluso, con gran desparpajo) lo que van a hacer a partir del 5 de enero, una vez que asuman formalmente su poder de mayoría calificada en la Asamblea Nacional. El otro grupo, en tanto, se esfuerza por maquillar el asunto, intenta prolongar el ambiente de farsa que les permitió ganar los comicios. Son los que ponen cara de doncella ofendida y exclaman: “¿Quién dijo que vamos a desmejorar la Ley del Trabajo, y a reformar leyes para privatizar organismos públicos y despedir a miles de empleados? ¡Eso es una calumnia del rrrrégimen!”.
Por supuesto que el plan de ambos grupos es exactamente el mismo: aplicar un paquetazo neoliberal muy peculiar, pues no será la iniciativa de un gobierno que buscará apoyo del Poder Legislativo, sino la arremetida de un Parlamento que intentará imponerse en contra de la voluntad del Ejecutivo. La única diferencia entre los dos sectores es que los primeros son directos y los segundos, retorcidos.
¿Cuál de los dos grupos impondrá su estilo: los desvergonzados o los coberos? ¿Cómo pronostica usted que van a desarrollarse los acontecimientos a partir de enero: a) de manera directa y rápida, como lo plantean los frontales; b) de manera oblicua y gradual, como lo proponen los maquilladores?
Particularmente pienso que se impondrá la tesis de los frontales. No porque en ese sector político sean aficionados a la franqueza, sino porque las presiones provenientes de los factores reales de poder de la oposición, de los verdaderos dueños de la MUD, son demasiado potentes. Los mandamases del imperio y los dirigentes de la burguesía local quieren ver resultados rápidos y van a exigirle a sus 112 subalternos que apliquen esta versión parlamentarista del Gran Viraje (¿se acuerdan de CAP II?), bajo la modalidad de shock, sin anestesia.
Una vez más, intentarán lanzar una operación de tierra arrasada, como el que iniciaron el 11 de abril de 2002, cuando con un solo decreto pretendieron desarmar la República Bolivariana hasta su último tornillo. La idea es apostar todas las fichas a una total desaparición del modelo al que adversan, vencer al chavismo por nocaut fulminante. Aquella vez lo intentaron mediante un golpe de Estado, bastante burdo, por cierto. Ahora procurarán hacerlo desde la Asamblea Nacional, a punta de leyes que desmonten no solo todo lo que sea declaradamente socialista, sino también todo lo que tenga algún sentido o proyección social.
Esta tesis de ir directo a la yugular tiene un poderoso argumento a favor entre los estrategas opositores. El chavismo es una fuerza muy resiliente (diría un psicólogo), capaz de recuperarse con rapidez, tal como lo probó tras el golpe de 2002; en la campaña para el referendo revocatorio de 2004 y luego de la derrota en el referendo de la reforma constitucional de 2007. Las expectativas de regeneración, además, son directamente proporcionales a los efectos perniciosos que (los líderes opositores lo saben) comenzarán a surtir las mismas acciones que la mayoría opositora disparará en la nueva Asamblea. Cuando se convenzan de la dura regresión social que planea poner en marcha la MUD desde el Parlamento, buena parte de los dos millones de electores chavistas que se abstuvieron, se apresurarán a redimirse. Y una porción de los pobres que votaron por la oposición comenzarán velozmente a arrepentirse. Los frontales plantean la necesidad de actuar antes de que el pueblo engañado comience a morder el polvo.
Los partidarios de tratar de ir con cautela, en cambio, creen que el exceso de franqueza puede causar un precoz desgaste de la mayoría lograda. La actitud de los frontales ha sido muy cuestionada en las redes sociales, donde abundan los llamados a que Ramos Allup “se calle la jeta” y deje de andar por ahí haciendo gestos de degüello y anunciando botazones. También hay quien ha pedido que amarren a la señora de Consecomercio, pues cada vez que abre la boca, le da la razón a los chavistas que afirman que el asalto neoliberal ya está en desarrollo.
Mi amigo el Latero Ilustrado, partidario de lo que él llama “meterlo con vaselina”, se queja amargamente de la actitud de doña Cipriana y de otros de sus admirados líderes empresariales. “Lamento decir que hasta ahora han lucido como los integrantes de una banda de ladrones que acaban de robar un banco y, aunque todavía no se han alejado lo suficiente de la policía, se empeñan en ponerse a pelear por el reparto del botín”, dijo el Latero, siempre tan ilustrativo.
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