GUERRA CLIMÁTICA Y ELECCIONES DEL 06 DE DICIEMBRE

Carlos E. Lippo

A lo largo de estos más de dieciséis años de revolución, el imperio nos ha venido aplicando, con diferentes intensidades y en ocasiones de manera simultánea, casi todas las modalidades de lo que su propia doctrina militar designa con el nombre de guerra de cuarta generación, que no es otra cosa que una guerra que no es desarrollada en teatros de operaciones visibles y que es llevada a cabo fundamentalmente con armas de tipo no convencional por oponentes que no necesariamente son parte de ejércitos regulares. En efecto, es un hecho que a lo largo de este lapso hemos tenido que resistir los embates de la guerra de baja intensidad, el terrorismo político, la guerra sucia, la guerra psicológica, la guerra cibernética y la guerra económica. Se pudiera decir que sólo le falta aplicarnos la guerra asimétrica que sería la que nos tocaría librar en el caso de una intervención directa de las fuerzas del Comando Sur y la menos conocida de todas, por los esfuerzos que realizan para encubrir su existencia, que no es otra que la guerra climática, llamada también guerra geofísica o guerra del medio ambiente, cuya naturaleza es tal que nos la pudieron haber aplicado antes o incluso nos la pudieran estar aplicando en este momento sin que hubiésemos podido detectarla. 

De una manera simple, la guerra del medio ambiente pudiera ser definida como la modificación intencional o la manipulación de elementos del medio ambiente, como el clima; de las capas altas de la atmósfera terrestre, como la ionósfera o la magnetósfera o de las placas tectónicas de la corteza terrestre, con el propósito de desencadenar eventos tales como: sequías, lluvias intensas, inundaciones, huracanes o terremotos, con el fin de provocar destrucción económica contra un objetivo, población o ubicación geofísica, como parte de una guerra estratégica o táctica.

Los militares de Estados Unidos han aplicado técnicas de modificación del medioambiente durante más de medio siglo, siendo un hecho absolutamente comprobado que durante la guerra de Vietnam utilizaron técnicas de bombardeo de las nubes con ioduro de plata, entre 1.967 y 1.972, en el marco de lo que se llamó la “Operación Popeye” (1), realizada sobre el vecino territorio de Laos, cuyo objetivo era prolongar la estación del monzón entre 30 y 45 días, generando lluvias torrenciales y continuas, con la idea de bloquear las rutas de aprovisionamiento de los revolucionarios norvietnamitas a lo largo de llamada senda de Ho Chi Minh. Las misiones de bombardeo de las nubes eran realizadas por aviones de transporte C-130 y aviones F4-C, que eran registradas oficialmente como misiones de reconocimiento cuyo objetivo teórico era la elaboración de partes meteorológicos. Como es sabido, no fue ésta la única arma nueva que ensayaron los gringos en Vietnam; a pesar de ello tuvieron que retirarse de ese territorio con el rabo entre la piernas, en medio de lo que Richard Nixon llamó vergonzantemente, una “paz con honor”.

Aunque sólo admiten su existencia a nivel de proyecto de investigación, es de conocimiento público que los Estados Unidos cuenta desde inicios de la década pasada con un sistema de armas totalmente operativo llamado HAARP por sus siglas en inglés, que utiliza un sistema de radiofrecuencia de alta tecnología, de diseño único, que le permite concentrar la energía generada por el campo de antenas e inyectarla en la ionosfera. Esta acción calienta en varios miles de grados la delgada atmósfera de la región ionosférica, por lo que el dispositivo actúa como un simple calentador. Este calentamiento permite a los científicos militares manipular la ionosfera a su voluntad y de formas diferentes.

Al respecto, el Dr. Gordon Mc Donald, de nacionalidad estadounidense, uno de los teóricos e ideólogos de la guerra geofísica, ha señalado que: “Los resultados obtenidos con este tipo de armamento permiten la manipulación y el control sobre las condiciones climáticas. Incluye la utilización de la fuerza de las olas marinas de forma destructiva, derretir o desestabilizar los casquetes polares, producir fuertes descargas eléctricas, afectar intencionalmente la capa de ozono, producir terremotos y controlar el cerebro humano utilizando los campos de energía terrestre” (2). Como diría un abogado: a confesión de parte, relevo de pruebas.

A los pocos días del terremoto ocurrido en Haití en el año 2.010, Thierry Meissan, intelectual francés, presidente-fundador de la Red Voltaire publicó un artículo en el cual aporta suficientes elementos de juicio que permiten pensar que este pavoroso sismo que causó más de tres centenas de miles de víctimas mortales, seguido al día siguiente por una invasión de 10.000 efectivos del Comando Sur, fue un evento provocado por los gringos con la utilización de este sistema de armas (3);  en ese mismo artículo, señala los argumentos según los cuales la opinión pública china considera que tuvo una causa similar el terremoto ocurrido en la ciudad de Sichuan (China) en mayo de 2.008, poco antes de la inauguración de los Juegos Olímpicos de ese país.

Para finalizar el tema debo decir que, el profesor de economía Michel Chossudovsky, el mismo que estuvo entre nosotros a mediados de la década de los setenta y es autor del libro “La Miseria en Venezuela”, ha dicho, refiriéndose al HAARP, que “es un arma de destrucción masiva, capaz de desestabilizar los sistemas agrícolas y ecológicos en todo el globo.”

En el primer párrafo de estas notas decía que es posible que ya nos haya sido aplicada la guerra climática en oportunidades anteriores, en especial, porque considero que ella fue la causa principal de la tragedia vivida en el estado Vargas a partir del 15 de diciembre de 1.999, el mismo día de nuestra gran victoria en el referéndum de aprobación de la Constitución actual. En apoyo a esta afirmación puedo decir que en aquella oportunidad cayeron durante los días 14, 15 y 16, unos 911 milímetros de agua por metro cuadrado de territorio (4), cantidad inmensa que estaba ligeramente por encima de la cantidad promedio anual de lluvia caída sobre Caracas en los 87 años anteriores, incluyendo por supuesto los años de 1.938 y 1.951, en los cuales también se registraron deslaves en el Avila y el año 1.949 en el cual se produjo la última gran creciente del Guaire (5). Es necesario y oportuno recordar que en aquella infausta ocasión las fuerzas del Comando Sur estuvieron a punto de “visitarnos”, para prestarnos su “ayuda” por solicitud hecha sin autorización de Chávez, por aquel mofletudo general que fue su primer ministro de la defensa y uno de los egresados de la Escuela de las Américas que detentaron posiciones de mando en aquellas fuerzas armadas totalmente sumisas a los dictados del imperio. ¡Continúa produciendo escalofríos el sólo pensar qué hubiera sido de nuestra revolución si el Comandante Eterno hubiese permitido el desembarco de estas fuerzas!

Considero que no se requiere hilar muy fino para percibir una estrecha relación entre la intención de usar este tipo de armas de destrucción masiva en contra nuestra y de los otros países de Nuestramérica negados a doblegarse ante el imperio convirtiéndose en colonias suyas y aquella directriz de la nueva estrategia del Comando Sur que contempla el prestarnos “ayuda” en el caso de desastres naturales y por supuesto en el caso de los inducidos por ellos mismos, con la misma o mayor celeridad con la que se hicieron presentes en Haití a menos de 24 horas del sismo del 2.010, acampando en los jardines y en la poca infraestructura del palacio de gobierno que logró quedar en pie.

Es mucho más que probable que la oposición agrupada en la MUD, ante su incapacidad para obtener los resultados que requiere para dar al traste con nuestra revolución, en las elecciones legislativas del próximo 06 de diciembre, intentará montar un escenario de violencia generalizada para promover una intervención de los Estados Unidos en defensa de la vida y los intereses de los nacionales de los países de la OTAN que viven entre nosotros, que ha sido el muy trillado argumento con el cual han intentado justificar sus intervenciones en los países que no se han sometido a sus designios. Sin embargo, tratándose de una oposición que ha venido ostentando una superlativa incapacidad para obtener logros por sí sola, es igualmente probable que el imperio decida provocar dicho escenario por medio de acciones de guerra climática que vendrían a sumarse a las otras modalidades de guerra de cuarta generación que nos están aplicando, con la intensidad requerida para justificar la intervención del Comando Sur que nos fuese anunciada por su propio comandante, el general John Kelly, quien en recientes declaraciones asomase la posibilidad de una intervención gringa en el país en caso de que se presentase la crisis humanitaria que él vaticina en las mismas declaraciones y que ha venido vaticinando en diferentes oportunidades (6).

En el marco de estas consideraciones es inevitable el considerar la reciente violación del espacio aéreo venezolano por parte de una aeronave gringa de reconocimiento, que fuese denunciada por el ministro Vladimir Padrino López el pasado 08 de noviembre (7), como un preanuncio tanto de una inminente intervención militar gringa, como del hecho de que están considerando el empleo de técnicas de guerra climática, ya que ¿cuál otro tipo de información de inteligencia que no fuese la de naturaleza ambiental, como la que podría levantar un Dash 8, le podría estar faltando a estas alturas del juego a las fuerzas del Comando Sur?

En lo que a juicio nuestro pudiera representar una confirmación de la hipótesis anterior, el ministro Padrino López señala en las mismas declaraciones que de “manera inusual” se han venido aproximando al aérea de influencia de Venezuela, aeronaves de inteligencia de los Estados Unidos basadas en Curazao, entre ellos, un avión tipo RC-135 y otro de transporte, tipo C17 Globemaster. El primero de los nombrados es un avión que se encarga de recoger información en vuelo dentro del área donde se encuentra desplegado, y proporcionarla casi en tiempo real para su recopilación, análisis y difusión, gracias a sus múltiples antenas y sensores instalados a lo largo del fuselaje; el C-17, que es usado como avión de transporte estratégico rápido de tropas y suministros para realizar misiones de transporte táctico, evacuación médica, despliegue de tropas aerotransportadas y lanzamiento de paracaidistas, podría ser también utilizado al igual que su antecesor remoto, el C-130 utilizado en Vietnam, para misiones de bombardeo de las nubes.

En la idea de hacer del conocimiento de la opinión pública internacional, las reiteradas acciones de injerencia del Comando Sur, considero sumamente importante la decisión del Presidente Maduro de llevar el caso a la Organización de las Naciones Unidas; así mismo, celebro que en gesto de afianzamiento de la soberanía se haya llevado una nota de protesta a la embajada gringa, haciendo referencia a los datos técnicos de la violación del espacio aéreo y exigiendo una explicación oficial de los hechos (8).
Estando plenamente confiado en el apresto operacional de nuestra Fuerza Armada Nacional Bolivariana, para repeler exitosamente cualquier agresión tanto interna como externa, sin embargo considero oportuno y conveniente exhortar al INAMEH para que actúe con la mayor diligencia posible en las labores de monitoreo que permitan la detección temprana de cualquier evento meteorológico, usual y más aún inusual, que pudiese impactar de manera adversa a grandes capas de nuestra población; así como también a las autoridades de protección civil para que se mantengan en alerta en previsión de cualquier situación que pudiese derivarse de la ocurrencia de este tipo de eventos.

¡La resistencia y el clamoroso triunfo del heroico pueblo de Vietnam en aquella guerra atroz que tuvieron que librar en defensa de su soberanía, nos recuerda que el imperio no es imbatible!

¡Somos un país amante de la paz, pero si se empeñan en venir contra nosotros, habremos de proporcionarles su segunda derrota militar en América!

¡Hasta la Victoria Siempre!
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!

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