Sin disponer aún de datos suficientes que permitan hacer un análisis más o menos serio de los resultados del proceso electoral que culminase ayer, resulta más que evidente que el “voto masoquista” llamado neciamente por quienes lo emitieron, “voto castigo”, de una buena parte de la población de menores ingresos, los mismos que han sido los mayores beneficiarios de los distintos programas sociales desarrollados por la Revolución Bolivariana, ha sido decisivo para dar a la contrarrevolución un amplísimo e inesperado triunfo.
Fue también influyente, en una medida que aún no he podido determinar, el voto nulo y/o la abstención de aquellos “ultra revolucionarios”, formados la mayoría de ellos en universidades estadales, que se dedicaron a atacar inmisericordemente al Presidente Maduro, acusándolo injustificadamente de cometer los más variados “delitos” en contra la revolución, mientras jamás atacaban o lo hacían muy tangencialmente, a la burguesía parasitaria y mucho menos al imperio. La prueba de ello está en un disimulado regocijo que exhiben hoy en los portales que les publican asiduamente y hasta en la solicitud de renuncia que se permite solicitar alguno de ellos a los camaradas Maduro y Cabello.
Digo que se trata de un triunfo amplísimo porque al momento de escribir estas notas unas elementales proyecciones estadísticas me permiten concluir que habrán de obtener una mayoría parlamentaria del orden del 60 % (3/5), la cual les permitiría holgadamente introducir y aprobar cualquier proyecto de ley de carácter no orgánico, como la ley de amnistía que han venido ofreciendo desde hace tiempo, con la cual terminarían de consagrar el imperio de la impunidad en el país, así como proyectos de enmienda constitucional, sin necesidad de someterla a discusión y proyectos de reforma constitucional, sujetos a discusión, que apuntan en la dirección anunciada de intentar separar al Presidente Maduro de los cargos de jefe de estado, jefe de gobierno y comandante en jefe de la FANB, para los cuales fue electo en mayo de 2.013, aunque en ambos casos tengan necesidad de someterlos a referéndum popular. También les permitiría la citada mayoría el derogar o reformar cualquier tipo de ley a la que no se haya dado carácter orgánico, cosa que desde luego intentarán hacer con especial énfasis en aquellas de amplio contenido social. ¡Como tampoco soy estadístico, abrigo el deseo de que mis proyecciones sean erróneas!
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Sostengo que fue un triunfo inesperado para quienes dirigen la contrarrevolución, porque a pesar del triunfalismo que mostraban y que lograron insuflar a la mayoría de sus adherentes, sólo estaban preparados para cantar el hipotético grito de fraude que habrían de proferir a raíz de su derrota, como justificación de las acciones violentas con las cuales pretenderían encender el país, facilitando cualquier intervención extranjera. Lo anterior queda demostrado por unas histéricas declaraciones de Capriles Radonsky, alrededor de las 3 pm., ordenando a sus seguidores garantizar el cierre de los centros de votación a las 6 pm., y por las ilegales e irrespetuosas declaraciones del boliviano Quiroga, una hora más tarde, apuntando en esa misma dirección. También se demuestra por el verdadero estado de shock, que apoderándose de la masa opositora tan pronto como se divulgaron los resultados, le impidió salir a festejar a las calles con sus pitos, cacerolas y cohetes, hasta en el escualidísimo municipio Chacao de Caracas, en el cual resido.
En consonancia con lo señalado en el párrafo inicial, considero que no fuimos capaces de generar en nuestra revolución el salto cualitativo necesario para que compañeros como esos que emitieron el ahora tristemente célebre “voto de auto castigo”, logrando elevarse por encima de las penurias a las que la ha sometido la guerra económica durante casi dos años, superasen el desaliento y lograsen percibir los verdaderos y fatales alcances de la oferta engañosa que finalmente terminaron por aceptar.
Toca hoy, bajo condiciones mucho más adversas que las de ayer, intentar generar ese cambio, y ello sólo puede lograrse mediante una radicalización a fondo de la revolución, a ser intentada desde ya, con todas las armas y bagajes que aún mantenemos: el gobierno, los otros poderes públicos diferentes al legislativo, la Fuerza Armada Nacional Bolivariana y desde luego el heroico pueblo chavista firmemente comprometido.
Para adelantar esa radicalización de la revolución, en verdad que sin ánimo alguno de subestimarla, no me preocupa para nada la dirigencia opositora, cuya total incapacidad fue puesta nuevamente de manifiesto a pesar de los exitosos resultados. Confío en que ahora que se sienten más triunfadores de lo que realmente son, creyendo haber salido de la “escoria chavista”, comenzarán a lanzarse sus proverbiales cuchilladas y zancadillas, facilitándonos el trabajo. Me preocupa si esa gran masa envilecida representada por los “bachaqueros”, que abandonando los puestos de trabajo decentes cuya creación fuese obra de la revolución que hace tiempo traicionaron; y más aún ese lumpen delincuencial, nativo y transnacional, que la dirigencia opositora promovió impúdicamente para sus más oscuras ejecutorias, pues considero que ambos sectores son prácticamente irrecuperables.
Me preocupa desde luego el imperio, que sabiéndonos heridos y como la bestia de rapiña que es, no vacilará en lanzarse contra nosotros a la primera oportunidad, más conocedora aun de lo que ya era, de la manifiesta incapacidad e incondicionalidad de la dirigencia opositora.
Imposible terminar estas líneas sin antes decir que no podemos olvidar que todavía tenemos control sobre la asamblea y que ejerceremos el gobierno y los otros poderes públicos hasta que constitucionalmente nos corresponda entregarlos. Por ello, sin complejo ninguno y mucho menos con consideración alguna hacia una oposición que pide, pero que jamás da cuartel y ya ha comenzado a intentar desaparecernos, estamos en la obligación de implantar todas aquellas disposiciones que, estando legítimamente a nuestro alcance, contribuyan a garantizar la pervivencia de nuestra revolución y a iniciar con buen pie la campaña planteada.
¡El presente es de lucha, el futuro nos pertenece!
¡Hasta la Victoria Siempre!
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
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